Los amores son como el café. Esta él solo, puro, negro, el profundo, el que te deja ese sabor de boca, el que amarga. El cortado, con poca leche. Y el descafeinado, el que la mitad es leche, y la otra café. Para mí el mejor.
Así deberían de ser todos los amores, descafeinados.
Compañera de
sueños, compinche de travesuras, una persona que me acompaña desde
que abrí los ojitos. Fabricada a mi medida, mi mayor cómplice, no hay
nada más grande en este mundo que mi hermana.
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