Te levantas por la mañana y ese frío te cala los huesos...ese frío que al principio intentas ignorar, diciéndote: ¡Se fuerte! Frío que se clava y que te pincha, te agujerea y te atraviesa y se te mete hasta en el alma y que no lo puedes sacar. Lo único que puedes hacer es volver a meterte en la cama, arroparte bien, hasta las orejas si la sábana te lo permite y esperar a que pase todo.
Porque todo pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario